
Ficha técnica:
Título: Un poco de abril, algo de mayo, todo septiembre.
Autor: Jordi Sierra i Fabra
Capitulos: 36
Páginas: 203
Editorial: viceversa juvenil
Opinión:
Lo que más me llamo la atención de este libro es el título que me sonaba a una canción (después ya sabría el por qué) y sobre todo a mucho romanticismo entre sus páginas. Tal como pensaba no me equivoqué pero este romanticismo no esta cargado de ñoñerías sino de mucho sentimiento, de emotividad que te llega y puedes comprenderlo en cierto punto. Todavía más si sabes por experiencia propia o ajena la situación de la protagonista, Olga.
Olga es una joven de tan solo diecinueve años, guapa, admirada por todos y también muy luchadora. Este último adjetivo ha tenido que ganárselo por causas mayores que han empañado su juventud. Debido a esto, se encuentra perdida y naufraga por los mares de la soledad lo que le motivó a escribir un anuncio en el periódico, modestísimo y sosegado.
Tras esta etapa, conoce a Jaime un chico de veintiséis años, con una vida hecha, profesional, sincero y que se deja llevar por Olga al responderle al anuncio.
A partir de aquí empiezan una serie de citas; la primera la más emotiva cuando se ven las caras y se sinceran el uno al otro hasta tal punto de entregarse mutuamente certificados médicos. Paulatinamente el amor surge entre ellos pero fuertes secretos van saliendo a la luz como por arte de magia lo que hace que la historia se convierta en un desafío de sentimientos.
Como siempre el gran Jordi Sierra i Fabra me sorprende con sus historias peculiares, sencillas y con grandes situaciones o experiencias de por medio muy reales hoy en dia. Lo que refleja la actualidad de este autor como narrador y como persona.
Espero que os entre el gusanillo de leerlo y me contéis vuestras impresiones del mismo.
Fragmento favorito:
-Yo puse el anuncio. Yo te llamé. A muchos hombres aún les molesta que las mujeres tomen la iniciativa.
-¿Y si tengo miedo a enamorarme de ti?
Olga se detuvo. Estaban solos en mitad de una calle. Se le puso delante, le soltó y con las dos manos le cogió el rostro por ambas mejillas. Jaime no tuvo más que saltar al vacío de sus ojos para hundirse en ellos.
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